Abrazar es una forma de entender. Otra es dirigirse a los peces, como hizo Saramago hace ahora treinta años cuando, por escribir "Viaje a Portugal", abrió las puertas de una cultura a quien quiera ponerse en camino. Dejó dicho José Saramago en ese libro:
"Venid acá, peces, vosotros, los de la margen derecha, que estáis en el río Douro, y vosotros, los de la margen izquierda, que estáis en el río Duero, venid acá todos y decidme cuál es la lengua que habláis. (...) Aquí estoy, mirandoos desde el puente, y vosotros a mí, peces que vivís en esas aguas, que tan pronto estáis en una orilla como en la otra, gran hermandad de peces que unos a otros sólo se comen por necesidad de hambre y no por enfados de patrias. Me dais una clara lección, que ojalá no olvide: Que de tierra deberé prestar mucha atención a lo que sea igual y a lo que sea diferente, aunque dejando a salvo, que humano es y entre vosotros igualmente se practica, las preferencias y las simpatías."
Eso nos dice José Saramago que enseñan los peces, que los encuentros entre gentes de los distintos lados de la Raya deben ser libres de barreras, y aunque puedan arrancar con palabras habladas en idiomas diversos, los sentimientos son compartidos, y las fronteras, si las hay, están para que sobre ellas se coloquen puentes desde los que mirar y ver con más perspectiva el mutuo entendimiento. Es lo que hizo María Salgado, y otros que con ella son equipo, caminantes todos que van de la tradición a lo actual y de lo actual al corazón del tiempo, para mostrarnos que somos herederos de varias riquezas y que, juntos, podemos participar del milagro del tiempo condensado en canciones que son poemas, en sonidos que son la armonía del mundo.
Canta María Salgado en portugués y español, ella, como los peces, pasa de un lado a otro de la "Raya" y no ve diferencias, hombres y mujeres todos, nacidos de vientres y con manos ágiles para levantarnos de tantas caídas como la humana condición conlleva. Por eso viene ella y quienes la acompañan y traen canciones y nos abrigan para que el frío que se avecina no nos haga daño, para que venzamos el temporal y los temporales que otros se empeñan en imponernos, dictando normas que homologan y empobrecen. En la música y en la vida, si es que una cosa no es igual a la otra. Es decir, este "Abrazo", o "Abraço", dispone la mesa del buen gusto, en la que las palabras se musitan y se pone de manifiesto que cada sílaba tiene vida propia, responde a la emoción de quienes antes la pronunciaron y ahora también a la nuestra, para que, sumando voz a voces, se mantenga la palabra sobre el ruido, la calidez del encuentro sobre las viejas fórmulas de la confrontación o la ignorancia. María Salgado canta, explica, une. Siembra y recoge. Su voz es puente entre Portugal y España. Bendita sea.
Pilar del Río
Presidenta de la
Fundación "José Saramago"
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En la corriente del golfo
Para María Salgado
En la corriente del golfo
el fragor de la madera avisa a los cormoranes:
Los siglos enloquecieron y los dioses están ebrios.
Han debido decidir que este mundo no es tan grande,
han debido redactar un ejemplar testamento:
El océano, el viento y el tiempo con todas sus heredades,
serán para aquellos que sepan humanizarlos con el polvo del camino.
Y lo que logren unir poderosos peregrinos,
lo que alcancen a fundar en sus idas y venidas,
lo que puedan asentar en el haz de su memoria,
lo que sepan sostener en fábulas y canciones;
no será palo de ciego ni pólvora en los bajeles,
no lo podrán deshacer
ni aduanas ni coroneles.
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